Hace más de ochenta años, don Manuel Vicente Villarán, un hombre talentoso y visionario de la educación peruana, manifestaba de que hay que reformar la educación capacitando y tecnificando a nuestros estudiantes, y en el transcurrir del tiempo se dieron algunas disposiciones al respecto, pero mientras no se ejecuten plasmándose en una realidad concreta dejarán de tener la importancia y pasarán desapercibidas. Además pensamos que es muy necesario considerar el modo como se aplican y el tomar en cuenta de la realidad existente en cuanto a los requerimientos de la nación con una mentalidad empresarial sin egoísmos ni chauvinismos, ya que la era globalizante que vive nuestro país y el mundo, urge de manera inmediata el colocarnos en el tren que ya está en marcha acorde a la tecnología y el enfoque gerencial que hay que motivar los actos de la vida humana.
El cambio que requiere con urgencia nuestro país, exige la superación de todos, y el saber entender que estamos en el siglo XXI, con el reto de que las acciones venidas desde el hogar, pasando por la escuela e instituciones mayores, tienen que estar adecuadas con la capacidad de una filosofía pragmática orientada a una disciplina con orientación empresarial.
¿Cómo obtener la máxima utilización de los recursos económicos disponibles? Esta es una de las interrogantes que se plantean en la complejidad de la vida los hombres y las instituciones, en donde la respuesta tiene que darse al estilo Toynbiano, donde previamente tenemos que romper con la caducidad de nuestro estilo de vida y lo retrógrado de la normatividad vigente.
La palabra no solamente la tienen las autoridades competentes así como los legisladores, sino fundamentalmente las instituciones superiores del campo educativo y tecnológico en misionar un currículo para salir del marasmo del atraso y la dependencia.
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