En el diccionario el término “chatarra” se refiere sustancialmente a “desecho,” e “inservible” Es el caso de la comida chatarra, cuyos componentes son ricos en grasas trans, dulces ultra procesados y elementos estabilizadores. Estos reducen la posibilidad de una sana nutrición porque no aportan nutrientes en la alimentación y perjudican la salud de los consumidores.
Estas últimas semanas, como consecuencia de las declaraciones del Ministro de salud, Alberto Tejada, de estar a favor de la posible aplicación de un impuesto a la comida chatarra, aparecieron diversas reacciones acerca de ello. Una es, por ejemplo, la que manifestó la crítica gastronómica, María Elena Cornejo, calificando esta intención como “una completa estupidez”, para ella, la clave principal está en la educación antes que en la sanción. Para el cocinero Gastón Acurio, constituye una medida injusta, incorrecta, arbitraria, absolutista y atentatoria de la libertad, sin embargo, no dio explicación a sus aseveraciones. La nutricionista Milagros Agurto considera que antes de sancionar, primero se debe señalar qué alimentos son considerados dentro de dicho rubro para no confundir a la población.
Una posición acertada es la que propone la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como la de restringir en todos los quioscos de las escuelas peruanas la venta de comida “chatarra.” Es también allí donde, de manera indiscriminada ofrecen productos que no son saludables cuyo consumo produce sueño y lentitud perjudicando el aprendizaje de los estudiantes. Un requisito para poder concesionar debería ser el compromiso del vendedor a expender productos nutritivos y por qué no, a promover el consumo de productos andinos tan saludables y necesarios para el desarrollo físico e intelectual de los niños y jóvenes, quienes se encuentran en etapa de crecimiento.
También es prioritario considerar el trabajo de la escuela con los padres, pues ayudaría mucho el hacerles tomar conciencia acerca de la importancia que tiene para el presente y futuro de sus hijos, el conservar, en la familia, hábitos saludables en el consumo de alimentos.
Así se estará contribuyendo, en gran medida a prevenir daños en la salud de las futuras generaciones.
Otro aspecto a desarrollar es el énfasis en la educación al consumidor, la amplia difusión al respecto es muy importante, ya que una población bien educada sobre el tema, estaría en capacidad de elegir a conciencia, lo que le hace bien y lo que no debe adquirir. La desinformación solo favorece a los productores de comida chatarra cuya única intención, por encima de otras, es ganar dinero.
Respecto a las preferencias en el consumo de productos, está la enorme influencia que ejerce la publicidad. Esta emplea estrategias que refuerzan la capacidad de persuasión sobre el público, especialmente de aquellas personas que no pueden asumir una posición crítica frente al bombardeo de la publicidad cuyos mensajes en la mayoría de los casos, son subliminales, creando así hábitos de consumo no saludables. Ante este problema es necesario que las autoridades trabajen en defensa del consumidor, no olvidemos que el tema de la salud es prioritario, pues de seguir así, según la OPS , 9,000 millones de dólares se perderían anualmente; 6,000 en horas hombre debido a la enfermedad y 3,000 por el tratamiento que ello demandaría.
Al respecto, es evidente la necesidad de tomar medidas necesarias, pues la inercia de las autoridades frente a este tema, hará que los jóvenes de ahora sean los futuros diabéticos, cardiacos, hipertensos, etc. entre otras enfermedades.
Por todo lo anterior, el tema de la comida chatarra no debe salir de la agenda de los Ministerios de Salud y Educación, éstos tienen una importante labor que cumplir, para ello deberán ejecutar acciones coordinadas poniendo en marcha un plan efectivo que priorice los intereses de la población antes de todo.
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