El acoso escolar siempre ha estado presente en el colegio. Incluso ha dado lugar a denuncias y hasta increíbles titulares. Pero lo más grave ha sido casos de niños y jóvenes, que saturados por este flagelo, han optado por una única salida: el suicidio, porque los maestros o padres no pudieron detectar a tiempo el sufrimiento que padecían las víctimas a causa de sus mismos compañeros.
Actualmente con el avance de las nuevas tecnologías, el acoso no sólo se da directamente, sino que se recurre a otros canales como el Internet y los teléfonos móviles, que sirven al agresor como herramientas eficaces para perpetrar su delito escondido bajo el anonimato, desde donde incomoda, insulta, amenaza, coacciona a la víctima.
La psicóloga María José Bartrina, refiere que el 2011 en Lima Metropolitana, la Fiscalía de Adolescentes ha reportado la incidencia de un 10% de acosos mediante un dispositivo tecnológico, respecto al total de denuncias. La mayoría de los acusados oscilan entre 14 o 15 años y en el 47% de los casos su rendimiento académico es bajo. Esto indicaría que el acoso influye significativamente en el aprendizaje de las víctimas.
Los acosadores en su mayoría son varones, quienes sienten la necesidad de dominar a los demás, otra de sus características es su impulsividad y negatividad a cumplir las normas establecidas. Las víctimas, en cambio, son estudiantes inseguros que no pueden responder al ataque. Los psicólogos recomiendan que dicho problema debe ser abordado en la comunidad educativa y en la familia, ya que las rencillas surgidas en la escuela se podrían solucionar sin extenderse más allá, siempre y cuando la atenta mirada de los adultos esté presente, frente a la evidencia de un maltrato.
Esta modalidad de acoso, así como se presenta, irá en aumento, en la medida que se carece de una legislación que ponga freno a tan lamentables formas de agresión a la dignidad, así como por una eficaz respuesta al problema desde el sistema educativo y la familia. ¿Será tal vez que los congresistas están esperando que sus hijos sean las próximas víctimas de acoso para legislar en este tema tan delicado y creciente? Y la educación en valores tan en boga, ¿será que dejará apreciar sus frutos algún día? Y los padres de familia, ¿siguen creyendo que el colegio se encarga de educar a sus hijos? Que encrucijada la que vive un sector de los estudiantes, cuya solución al problema del acoso aún no ve luz al final del túnel.
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