lunes, 2 de abril de 2012

DE UNA HORA PARA EL PLANETA A SU CUIDADO PERMANETE COMO EN EL INCANATO

El Perú una vez más se sumó a La Hora del Planeta. En la ciudad capital de la República, la alcaldesa Susana Villarán y el Ministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal encabezaron esta actividad, apagando las luces de la Plaza Mayor de Lima durante una hora, de 8:30 a 9:30 de la noche del sábado 31 de marzo.
La Hora del Planeta es una iniciativa ambientalista promovida por el Worl Wildlife Fund -WWF (Foro Mundial para la Naturaleza), la organización más grande del mundo conformada por un grupo de activistas comprometidos con el cuidado y conservación de nuestra tierra.
La WWF fue fundada el 11 de setiembre de 1961 teniendo como misión principal detener la degradación del planeta y la construcción de un mundo en el que los seres humanos vivan en armonía con su medio natural.
Esta importante iniciativa  de la WWF comenzó en Sydney-Australia el año 2007, luego se extendió  a más de 147 países, como el  Perú que  participa  desde marzo del  2009, fecha en que  millones de personas  en el mundo entero, voluntariamente y  en un acto simbólico de toma de conciencia, deciden apagar las luces desde sus hogares, oficinas, empresas, etc., con el propósito de promover la conciencia ambiental y comprometer a la emisión de leyes que permitan la disminución de gases contaminantes.
Este tipo de iniciativas, seguro que coadyuvarán para descontaminar el planeta, empezando por los lugares excesivamente críticos. Y desgraciadamente, para lamento de los peruanos, desde hace décadas, La Oroya es uno de los diez lugares más contaminados a nivel global.  Las personas de esta parte de los Andes peruanos han estado expuestas a emisiones nocivas desde 1922.  Los principales contaminantes descubiertos de estas emisiones son plomo, cobre, cinc y dióxido de azufre. Y lo peor es que las emisiones de este último producto químico son diez veces superiores a lo aceptado por la Organización Mundial de la Salud. Verdaderamente, esto es un atentado frontal contra la vida, que cuenta –sin lugar a dudas- con la complacencia de los sucesivos gobiernos.
Retomando la iniciativa de la WWF, nacida hace un lustro en la lejana Australia, es de notar que se orienta a hacernos tomar conciencia acerca de la importancia que tiene para nuestra vida el hecho de evitar el derroche  innecesario de energía. Pues, reduciendo nuestro consumo gastaremos menos dinero y, lo que es más importante, estaremos contribuyendo en la disminución de gases del efecto invernadero, especialmente de dióxido de carbono. Es decir, el hecho de ahorrar luz, significa también evitar la contaminación.
Y para los peruanos, sumarnos a La Hora del Planeta en el siglo XXI, es apenas un microscópico intento de acercamiento a la cultura ecológica de nuestros antepasados: los Incas. Es sobre este espacio, el territorio de nuestro Perú, que se desarrolló política, social, cultural y militarmente el grandioso Imperio del Tahuantinsuyo. Fue una era que las personas vivieron y actuaron como auténticos ecologistas, aún antes de que estos conceptos existieran en la lengua castellana ni formen parte de los temas que generan polémica, preocupación y desesperación. La naturaleza se respetó escrupulosamente en aquel entonces, del mismo modo como se respetó y veneró al mismo Dios Inti. Era la época de respeto y veneración profunda a la tierra, al agua, al aire, a los animales, a las plantas, etc. Nadie podía derribar un árbol ni matar a una alpaca sin autorización. En realidad, ni punto de comparación con lo que ocurre actualmente en Madre de Dios con la depredación de miles de hectáreas de bosques por buscar ansiosa e ilegalmente el oro.
A la luz de estas iniciativas como La hora del Planeta, los peruanos estamos llamados a erradicar la cultura de la contaminación, la destrucción  y la indiferencia, que hasta permite que foráneos -en pro de las inversiones- llenen de plomo la sangre de nuestros niños y exterminen su futuro, así como contaminen ríos y cometan diversos tipos de atrocidades. Es la hora del rescate de la cultura ecologista del amor a la naturaleza y a la vida, esa cultura sensacional que urdieron sabiamente nuestros ancestros. Esta es la ardua tarea de todos, si en verdad sentimos amor por este país llamado Perú.

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