Cuando se dice que la televisión es la segunda maestra de los escolares, no estamos lejos de la realidad, pues esta se constituye en su compañera más cercana cuando se encuentran solos en el hogar y no tienen otras opciones de entretenimiento.
El medio masivo más asequible, por su carácter audiovisual y debido a que está presente en el hogar y al alcance de toda la familia es la televisión. El uso de ésta se ha convertido en un peligro, debido a que la mayoría de sus programas presentan un alto contenido negativo, cuyos mensajes son portadores de violencia, además resaltan valores alienantes que no favorecen a nuestros intereses como sociedad. Con una publicidad desmedida que solo ayuda a reforzar el egoísmo, el afán desmedido por la riqueza del dinero y el consumismo, que refuerza estilos de vida y estereotipos ajenos a nuestra realidad. Además, cabe recordar que las escenas de agresión, paulatinamente pueden provocar en el espectador la insensibilidad frente a la violencia de su entorno personal y social.
Es por eso que el estar expuestos a la pantalla, conlleva peligro especialmente a los niños y jóvenes que están en edad escolar. Al respecto, Horacio Vargas titular de la Dirección de Niños y Adolescentes del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi, menciona que el exceso de televisión es perjudicial para los estudiantes, pues dejan de leer, jugar o interactuar con la familia, además de generar en ellos, bajo rendimiento escolar. Debido a ello recomendó a los padres, mayor control en el uso de este medio. Además recalcó el hecho de que los espectadores tienden a copiar conductas incorrectas.
Cabe mencionar que la influencia negativa se hace más evidente cuando el espectador carece de la capacidad crítica para elegir lo que le hace bien o de discernir lo bueno de lo malo. Frente a ello debe haber mayor difusión al respecto, especialmente dirigida a los padres de familia quienes dejan a sus menores hijos “desprotegidos” frente a los mensajes indiscriminados de la pantalla chica.
Sin embargo, el interés por la televisión, puede ser aprovechado para fines educativos. En la escuela, por ejemplo; los docentes podrían promover foros a nivel de aula para ver programas y analizar su calidad, sus aspectos positivos y/o negativos y la intencionalidad de cada uno de ellos. Todo esto con la finalidad de que aprendan a escoger, con sentido crítico los programas realmente beneficiosos para ellos.
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