Javier conoció los videojuegos a los doce años, cuando su padre le compró una consola en navidad y desde entonces durante sus vacaciones se convirtió en su juego preferido, así dejó de lado incluso su deporte favorito, el fútbol. Cuando regresó a estudiar, cada día, al salir del colegio, motivado por el juego y por sus compañeros aprendió a visitar las casas de Internet, él recuerda que sus padres salían a trabajar y lo dejaban solo con la compañía de su hermano menor. Poco a poco ese deseo de estar más tiempo frente a la pantalla, lo iba dominando al extremo de descuidar sus estudios. Cuando sus padres se dieron cuenta de ello, Javier ya era un adicto a los videojuegos, entonces solo necesitó de ayuda profesional para superar ese problema.
El caso de Javier es característico en miles de hogares peruanos. Actualmente con la masificación de Internet se ha ido incrementando el problema de adicción a los videojuegos. Según un estudio reciente elaborado por el investigador Jorge Arnao, del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de drogas (Cedro), “En los próximos dos años, el consumo de los juegos en línea se va a multiplicar por cinco” este es un grave riesgo si tenemos en cuenta que las personas que se inclinan por ello viven con un sentimiento de soledad , tristeza y vacío en su vida lo que los hace más vulnerables, especialmente en el caso de niños y adolescentes que viven durante el día sin la compañía de sus padres , quienes salen a trabajar desde tempranas horas.
El 2011 se atendieron en el hospital de Salud Mental Noguchi de Lima 142 casos por ludopatía y adicción a Internet, de dichas cifras, casi el 50% tenía entre 10 y 20 años y de ellos casi la mitad intentó dejar de jugar, pero no pudo. Entre las consecuencias de este trastorno, están el aumento de agresividad frente a su entorno social, comportamientos compulsivos, aislamiento, insensibilidad frente al dolor de otros, falta de productividad, trastornos del sueño, bajo rendimiento escolar y en muchos casos, la obesidad.
Frente a este problema que cada año se incrementa cabe reflexionar acerca del rol que debe cumplir el Estado, la familia y la escuela en el aspecto de la prevención, especialmente, en el sector más vulnerable de la población, es decir en niños y adolescentes, que constituyen el presente y futuro de nuestro país. De lo contrario las pérdidas en el aspecto humano, económico y social serán más considerables y lamentables para el país.
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