martes, 27 de marzo de 2012

FEMINICIDIO, MAL DE NUESTRO TIEMPO

Las noticias sobre la violencia en todas sus formas siempre han  sido frecuentes en los medios informativos, sin embargo,  el incremento de asesinatos especialmente de mujeres, está tomando dramáticos índices de ascenso en los últimos tiempos, este delito está tipificado  como feminicidio.
Dicho término  no figura en el diccionario de la Real Academia Española, es un neologismo creado por el vocablo inglés femicide, que se refiere al homicidio  de mujeres por razones de género. Este último se considera un elemento agravante o constitutivo del hecho violento, al margen de los asesinatos por otras causas.

En el mundo entero, la violencia ejercida contra la mujer es un problema heredado de una cultura con modelos patriarcales, donde se visualiza la imagen de la mujer como un objeto merecedor de ser maltratado por el otro  sexo, especialmente cuando el agresor  siente que está perdiendo dominio sobre ella. Dicha violencia  se ejerce en todos los niveles  socioeconómicos, sociales y credos religiosos.

Respecto a las responsabilidades que deben asumir los organismos competentes, existe un caso ejemplar como la sentencia que recibió el Estado de México por la Corte Interamericana de Derechos, el 16 de noviembre de 2009, declarándolo culpable  de violentar el derecho  a la vida, integridad  y la libertad personal, por el hecho de  no investigar adecuadamente la  muerte de varias jóvenes mexicanas, quienes habían sido violadas  con extrema crueldad en la ciudad de Juárez el  2001. En dicha sentencia el Alto Tribunal define el feminicidio como “homicidio de mujer por razones de género” y se pide al  Estado impedir e  investigar  casos similares  en el territorio  mexicano.

En el Perú el feminicidio no es un caso aislado, este es un problema social que responde a un contexto de violencia y discriminación contra la mujer, que se viene incrementando cada año. Además es sabido que las cifras de las denuncias recepcionadas no reflejan la total realidad porque en muchos casos  las mujeres no denuncian por temor y porque no encuentran garantías para su vida en las instancias a donde  ellas acuden. En esta situación contribuyen los medios de comunicación  sensacionalistas, como el caso de algunos diarios que  para informar  sobre los asesinatos contra mujeres emplean  titulares con lenguaje despectivo que reflejan  una total discriminación y falta de respeto  por el sexo femenino. Esto favorece que a nivel  social se acepte en el imaginario colectivo, como un hecho casi normal, la violencia contra la mujer.

La ley
Desde el  27 de diciembre del  2011 el Pleno del Congreso de la República oficializó  la ley de feminicidio, que modifica el artículo 107 del Código Penal, mediante el cual se castiga  hasta con 25 años de cárcel por el asesinato  ejercido sobre  una cónyuge o conviviente o sobre una mujer que ha estado ligada por una relación sentimental con el asesino, también para sancionar los asesinatos que ocurran en un contexto de discriminación de género.

Según el INEI, 4 de cada 10 mujeres, son víctimas de violencia por parte de sus parejas. En los Centros de Emergencia Mujer (CEM) se han reportado 6259, casos de violencia  contra  la  mujer, sólo  entre enero y febrero del presente año. Sin embargo la Ministra de la Mujer últimamente afirmó  que la mencionada ley no está siendo aplicada como debe ser, pues de 11 casos denunciados en lo que va del año, sólo dos  han sido calificados como feminicidio.

A esto debe añadirse el trabajo de las Comisarías, quienes deben   responder con mayor  seriedad frente a las denuncias que reciben  sobre maltrato de las parejas, pues de no hacerlo las víctimas están más expuestas al peligro y el agresor aprovecha la situación de desamparo para ejercer dominio sobre ellas  y maltratarlas. Además las estadísticas señalan que  muchas mujeres  anteriormente habían denunciado su situación, pero igual terminaron siendo asesinadas. Lo cual refleja  su situación de desamparo en estos casos.

Lo que más llama la atención es saber que los agresores forman parte del entorno social cercano a la víctima, siendo así, este contexto se vuelve potencialmente peligroso para ella quien empieza a recibir violencia física, psicológica o sexual para después terminar  siendo asesinada.

Por ello es fundamental señalar que todas las organizaciones del Estado y la sociedad civil promuevan estrategias para prevenir y resolver casos de feminicidio en el país, ya que estas atrocidades que son cometidas diariamente  deben  ser investigadas y condenadas  tomando como punto de partida  la defensa de los derechos humanos  de todas las personas.

Las Casas de Refugio: alternativa de  resguardo y prevención.
Después de pasar el jardín grande de la casa, en la puerta  nos recibe Irma  Arias Guevara quien a sus 78 años  demuestra una vitalidad increíble  y con un gesto amable  nos invita a pasar. Lo primero en que nuestros ojos se fijan es un cartel con la inscripción “Aquí se respeta a la mujer” pegado en una vitrina, dentro de ella aparecen varios trabajos de manualidades elaborados por las mujeres que viven allí.

Se trata de la casa de refugio “Hoy por ti mujer”, en el distrito de  San Juan de Lurigancho. Dicho lugar es un albergue temporal que sirve de refugio a las   mujeres víctimas de violencia que pudieron escapar  de sus parejas cuando  su vida corría peligro. Irma Arias es una de las fundadoras, refiere que hasta el año pasado recibían la ayuda de la ONG Tacif, que les proporcionaba  materiales para los talleres  de pastelería, manualidades, costura y chocolatería, con la finalidad  de  que logren reinsertarse  a la vida laboral y social.

Su  misión también es  ayudarlas a enfrentar su situación para que puedan romper la independencia emocional y económica que tienen  con  su agresor. Allí les ofrecen un lugar donde dormir, alimentación y apoyo psicológico. Antes de llegar allí, previamente, el caso de cada mujer es estudiado  en los  CEM,  si la víctima no tiene familiares que garanticen su seguridad entonces las  derivan a una  Casa de Refugio, la misma que pertenece a la  RECARE (Red Nacional de  casas de Refugio) “Las mujeres que se albergan acá no  son del  lugar porque  anteriormente ya hemos tenido el ataque de maridos furiosos que han venido a hacer escándalo, pero felizmente con el apoyo de la comisaría no se llegó a más, desde entonces  ellas vienen de  lugares  alejados para que su agresor no las encuentre. “Nos refiere Irma y con la misma amabilidad sigue contando: “Aquí han estado  mujeres de distintas partes del mundo, haitianas, venezolanas, argentinas, españolas, porque la violencia del hombre contra la mujer se da en el  mundo entero y  en todos los  estratos socioeconómicos. Muchas mujeres de todas las profesiones, también sufren esto pero no siempre lo dan a conocer por  vergüenza. Así nos cuenta aquella mujer cuyos actos reflejan  generosidad y vocación de servicio que los heredó de su madre. Irma ha viajado como invitada a distintos países para exponer el modelo con el que trabaja en la Casa  de Refugio que  administra desde hace más de diez años. Nos despedimos de ella  con la admiración de ver a una  heroína  que a sus 78 años  irradia vitalidad para  ayudar  a  otras  mujeres que necesitan levantarse y  tomar un nuevo rumbo en sus vidas.

En este contexto de violencia a la mujer, dichos albergues constituyen una opción de resguardo y prevención frente al feminicidio imperante en la actualidad. El anhelo de que la  situación se torne distinta, solo depende de todos nosotros, especialmente cada vez que dejamos de ser simples espectadores  para convertirnos en defensores de la paz con el sueño de vivir en un mundo sin violencia.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones, excelente artículo.
    El problema es bastante complejo, multicausal.
    Hay que trabajar mucho en relación a la equidad de género.

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    1. Gracias Nelson.
      Respecto al problema es necesario aplicar las leyes que existen y hacer respetar los derechos de las mujeres sin que les tiemble la mano a las autoridades. No puede ser posible que hayan mujeres que tengan que pasar su vida refugiadas en una casa con el temor de perder la vida.

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