viernes, 6 de abril de 2012

LA PUCP Y EL CARDENAL, EN UN NUDO DIFÍCIL DE DESATAR

Tal vez, el hecho que la Iglesia Católica y una Institución de educación superior se involucren en serio problema que incluso está en el fuero judicial, sea algo aislado y único en el mundo. De ahí que en el Perú, la gente más identifica a su Cardenal por estar involucrado en disputas que por su labor pastoral.

La discordancia entre el Cardenal y la PUCP, surgió el año pasado ante la propuesta del  Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne de modificar el Estatuto de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). La propuesta de Cipriani  fue la de elegir a un representante suyo en el gobierno de la PUCP, aduciendo que dicha pretensión no está fuera del orden jurídico. Esto lo hacía a pedido de la Santa Sede de reformar dicho estatuto universitario para adecuarse a la exhortación apostólica Ex cordae Ecclesiae. El Cardenal y el Vaticano exigen un Estatuto en el que la Asamblea Universitaria solo proponga una terna para rector. El nombramiento y la ratificación la decidirían entre él y la Sede Pontificia, por medio de la Congregación para la Educación Católica. A la PUCP sólo le estaría dando la condición de proponer, más no de decidir. Además, la propuesta de la Iglesia, que más es la propuesta del Cardenal Cipriani, pretende que un representante suyo tenga tanto peso como el rector en la administración de todos los bienes de la universidad.

Frente a esto,  la junta de presidentes de estudiantes rechazó enfáticamente la postura del prelado. Ellos se reafirmaron en la posición de que  la intención del Cardenal es ejercer control sobre la casa de estudios e  indicaron que su  conflicto es con la persona del mencionado cardenal, mas no contra la iglesia como institución.

La presidenta de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Sigrid Bazán señaló  en diversos medios  que su intención es defender en todo momento la  autonomía y pluralidad  que caracteriza a la PUCP, en concordancia con los ideales católicos de respeto y justicia. Sin embargo, los mismos alumnos sienten un grado de indiferencia de sus autoridades hacia ellos, al no considerarlos a participar como entes activos en la búsqueda de una solución a este delicado proceso, teniendo en cuenta que son el estamento más importante de la universidad.

Y pasado un buen tiempo de este tema que se han involucrado Cardenal y universidad, tema que incluso ha llegado a los fueros judiciales, la intención de llegar a un acuerdo está en punto muerto;  pues el Cardenal continúa en su posición inicial y pide a la  universidad adecuar su estatuto. El plazo vence el 8 de abril. En tanto, la universidad ha pedido la ampliación de ese plazo, debido a que necesitan dialogar sobre propuestas distintas. Ante estos episodios, la presidenta de los estudiantes de la PUPC manifestó últimamente que ellos se reafirman en su negación a las reformas sustentadas por la iglesia y pidió a sus autoridades no ceder a las presiones del mencionado Cardenal.

Esperemos que antes del 8 de abril la Iglesia se manifieste con la intención de arreglar la discordia surgida. En esta Semana Santa de reflexión debemos reconocer que Jesús nos enseñó con su  ejemplo, el  amor al prójimo, la  humildad de corazón, el servicio a los demás, todo ello alejado  de la codicia por el poder. Esto es lo que bien debe recordar el Cardenal y su séquito. Sin embargo, ante la coyuntura, surge la pregunta: Si hasta hoy, la PUCP se ha mantenido como una de las mejores universidades del país, ¿Por qué el cardenal Cipriani no la deja continuar así?

Lo cierto es que, todo apunta que el Cardenal o sus voceros andan detrás de los procedimientos en la elección del rector y la Junta Administradora de la herencia de los bienes de José de la Riva Agüero, algo que no es bien recibido por la opinión pública. Como es obvio, esta actitud fastidia a un gran sector de la opinión pública que, según datos revelados por la encuestadora GfK y divulgadas en un medio de circulación nacional el 2 de los corrientes, un 69% apoya a la PUCP, frente a un 21% que apoya al Cardenal. Tal fastidio se debe, en gran medida, a que la gente percibe que en el Cardenal prima su afán por controlar a la universidad y manejar su patrimonio antes que otros aspectos trascendentes de la vida universitaria; pues aún el Cardenal no ha enfatizado en otro tipo de propuestas, como el hecho de mejorar la calidad educativa y la formación profesional.

Y tal como se ha mencionado, en esta disputa, al llegar al tema de la elección del rector o al otro tema de la Junta Administradora de la herencia de los bienes de José de la Riva Agüero, cualquier canal de diálogo se interrumpe para ambas partes. En verdad, pareciera que estos temas los están manejando un conjunto de personas que son al mismo tiempo ciegos, sordos y mudos, sin opción de entendimiento. O tal vez, podríamos decir que las posturas de ambas partes han llegado a reforzar un nudo muy difícil de desatar.

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